miércoles, 22 de octubre de 2008

EL OFICIO DE LA PALABRA


El libro de cuentos, El debut de los monos marchitos, del escritor barranquillero, Manuel Julián Escobar, es un compendio al cual podríamos llamar novedoso dentro del caudal que se presenta en la literatura colombiana actual, especialmente me refiero al trabajo literario hecho por jóvenes escritores. Este libro de ficciones, publicado por la casa editorial independiente Labrapalabra, exige al lector prestar mucha atención al lenguaje que describe cada relato. Hay oficio en este libro de cuentos, pues se necesita tener en cuenta que cada una de estas historias representa todo un nivel de romper esquemas y modelos preestablecidos en la narrativa de estos días. Cada uno de ellos va decantando el ánimo de salir adelante frente a una realidad absurda y adversa.
Este libro de relatos nos abre los ojos y nos escupe una de las tantas verdades que nos circundan: aún no sabemos quiénes somos y hacia dónde vamos, puesto que nos hemos visto obligados a ver nuestras vidas desde una perspectiva sin fondo. La médula ósea de este libro la componen los cuentos conexos llamados Tonk, los cuales aparecen dispersos y salteados (no sé si por efecto del azar o disposición metódica del autor), pero llevando de una manera simple y sencilla un orden lineal que termina en desembocar el deseo del lector por conocer lo acontecido en la parte concluyente del relato fragmentado. Tal vez, esta sea la intención manipulante del autor para sacudir al lector en la pronta lectura de la narración y conocer la culminación, si es que a final de cuentas, según lo planteado allí, hay una verdadera última etapa.
Los otros cuentos que aparecen en el libro continúan con el eje de buscar el oficio verdadero de la palabra en el campo literario, un intento certero y muy inteligente por parte del autor en quien se refleja su alta devoción por Borges y Cortázar. Pero uno también puede hallar algunas conexiones maupassianas como el éxtasis de crear desasosiego, angustia y reflexión al mismo tiempo. Existe un ancho nudo de creatividad en este libro y queda perfectamente demostrado a través de cada relato como Sacrófagos, Paola me tiene miedo, El funeral, Mi esclava y Mil doce puertas, que no se hace necesario tener 80 años de edad, ni haber leído tantos libros en tantas lenguas modernas y antiguas para escribir una obra que pueda ejercer, y de muy buena forma, el oficio de la palabra.

1 comentario:

Ubaldina Díaz dijo...

Hola amigo, creo que la nota dice de manera muy expresiva lo que éste libro comunica al lector. Pienso que aún algunos pretendemos como el aveztruz dar la espalda a la pregunta ¿Quiénes somos? y las palabras allí tejidas, en el nicho de cada cuento, surten el efecto de halarnos hacia ese lugar incognoscible donde enfrentarnos a nuestras debilidades, inquietudes y preguntas pánicas..........