viernes, 24 de octubre de 2008

NO WAY OUT


El oficio de trasegar por las esquinas, por las calles, por los bordillos y por los andenes del barrio han hecho que el joven escritor Carlos Polo Tovar, logre capturar en su libro Testamento de la barriada, 11 cuentos, que a mi manera de ver las cosas, son de una similitud a lo que ocurre en un ring de boxeo entre dos peleadores de la categoría pesos pesados. 11 cuentos que golpean directamente al rostro de esta realidad que merodea estos mismos lugares señalados en la obra de Polo. 11 relatos enmarcados bajo el ritmo de algunas canciones, lo cual obliga a tener contacto cotidiano con los amores frustrados, con los anhelos de poseer un par de tenis traídos del extranjero o buscar la manera de obtener unos pocos pesos para el bolsillo y así poder continuar con el zafarrancho al lado de un grupo de amigos ociosos que secundan cualquier correría. En este libro, uno se puede tropezar cara a cara con las conversaciones que van subiendo de tono, y en las cuales se hacen cambios impresionantes como hablar de unas buenas tetas al último pase de Break-dance; hablar animadamente sobre el marcador en un partido de fútbol a la muerte de un amigo querido del barrio.
No es fácil digerir toda esta andanada de golpes bajos, pero directos. Es la vida escupiendo su aliento de violencia y vértigo en cada segundo que pasa. Hay que haber trasegado por estas instancias, por estos ámbitos o tener cierta vinculación con ellos para poder amarlos sin tapujos o poses morales. Los personajes que habitan estos relatos sudan este olor característico de lo humano, lo demencial, este olor a muerte puntual, pero también se hace presente la búsqueda afanosa por estar en pie para el próximo combate. Este es un libro de cuentos vitales, desgarrados, pero de verdad muy terrenales. Se necesita estar en buen estado físico para correr a la par de ellos, de sus frases aceleradas y su jerga sin descanso. Un lenguaje particular que transforma estos centros urbanos populares en un Neverland sin fronteras. Estos relatos están encuadrados bajo esa óptica conocida como realismo sucio que otros escritores de culto han impulsado desde norteamérica, y que sin lugar a dudas se han convertido en referente para Carlos Polo Tovar. Se nota en este libro ese lenguaje vehemente, violentado por la desidia y la rabia, por la impotencia y la falta de oportunidades.
Para uno poder acercarse mucho mejor a este libro de cuentos, hay que estar preparados y dispuestos a relacionarnos con personajes anónimos, embaucadores, soñadores, tramposos, fanáticos del club de Onán y pendencieros que sólo saben destrozar bares y fiestas a su paso.
Estos 11 cuentos exigen creer que la vida de los jóvenes en las barriadas populares puede caber perfectamente en una canción de Fito Páez o Héctor Lavoe. 11 relatos que giran de manera apresurada entre el descontrol, la soledad, la muerte y el olvido. Nudos importantes que nos mantienen atados a este mundo vuelto añicos. 11 narraciones donde los sueños están quebrados o averiados como una señal para mitificar a cada uno de los personajes que interactúan movidos por todo tipo de pasiones. Cada personaje en cada cuento tiene una especie de honestidad brutal con la realidad donde viven y respiran; cada uno carga sus culpas y sus penas, sus errores y sus aciertos de una manera muy natural, como si fueran nazarenos de esta violencia circundante que nos atañe a todos.
Este libro de Polo Tovar, nos lleva a caminar sobre una cuerda podrida, callejuelas oscuras y estrechas donde es mejor tener el corazón cubierto de espinas, donde las recomendaciones siempre están de más, donde las frases son ásperas, afiladas, implacables, pero muy propicias para aquellos que tengan sus anhelos regados por un costado del camino, para todo aquel que no le teme a la arriesgada belleza de lo común y corriente, una belleza que crece entre gritos, desidia y trifulcas como crece la hierba en los lotes baldíos. En este libro, para el lector, no hay salida.

No hay comentarios: