sábado, 18 de octubre de 2008

LECCIONES DE FE


Buscarle el significado a la vida común y corriente no se puede agotar por completo cuando uno lee los textos de Carlos Fernández. El significado de una vida común y corriente que cubre las sacudidas y los desengaños incontables a través de una racha de experiencias ancladas al desamor, a las situaciones sin final feliz, a las continuas fugas de lo que hemos sido y todo aquello que pasamos por alto, porque así es el mundo cuando se quiere tener sueños propios o ajenos; pues al final sólo importa buscar un mínimo rasgo de sentido humano en los textos de este joven escritor cartagenero.
Carlos Fernández puede llegar a interpretar el rol de James Dean, Marlon Brando o Charles Chaplin; pero a él le gusta más tambalearse ebrio y al desnudo sobre esta cuerda podrida que sostiene nuestra sufrida realidad. Pero a él, no le preocupa perder o ganar kilos por leer un buen libro de Salinger, Onetti, Rulfo o Faulkner. Sus textos nos llevan a la búsqueda de todos los elementos que conforman nuestra precaria condición terrenal, la cual es un privilegio para proseguir por el lado bajo del camino y celebrar nuestra moribunda identidad atravesada por el ocio, por la rabia, por el goce de no saber hacia dónde vamos en los próximos 60 segundos. Carlos Fernández confirma con sus textos que a la vida hay que prestarle nuestras máscaras y nuestros disfraces porque es demasiado inevitable perderse sin hacer ningún esfuerzo; cada cual hace lo suyo como pueda, pues al final esta pobre vida nuestra, seguirá despilfarrándose a través de la condición doméstica a la cual estamos propensos en todo instante.
Los textos de Fernández son de una notable intensidad, momentos que albergan una estética honesta y desenfrenada como una especie de pistola desenfundada dispuesta a dar de lleno en el blanco con sus balas de palabras y situaciones pobladas de la esencia natural que nos hace seres completamente humanos, con altibajos, con anhelos que se arrastran entre la auto-ironía, el humor y la prosa vital que exalta lo real y lo ficticio en una sola mano, un itinerario inconcluso, pero atrayente porque abandona la torpe sensibilidad literaria que sólo busca el elogio momentáneo. Estos textos son lecciones fe, coraje, osadía y un buen manejo de la brevedad para poder arriesgarnos al cara y cruz que nos ofrece a cada instante este amargo y prolongado destino. Carlos Fernández confirma que el mundo gira al revés, pero también revela que todos estamos cargados de un honesta y estremecedora condición humana, que nos lleva al fondo del pozo donde también se contempla la línea imaginaria donde comienza la vida.

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